Por Betiana Fernández Martino, CNN en Español
Una periodista se despierta con su casilla de Instagram llena de mensajes de odio. Usuarios que desconoce reproducen un video falso generado con inteligencia artificial que la acusa de incesto. En redes sociales, el presidente Javier Milei le da me gusta y compartir a decenas de tuits que se burlan de la víctima de esta fake news, la periodista argentina Julia Mengolini, y acompaña el repost con un mensaje: “No se bancan el vuelto”.
María O’Donnell, otra reconocida periodista que fue presentadora de CNN, decide contabilizar los insultos del presidente en sus últimos discursos. “Los pel****ditos de las formas. Ensobrados. Parásitos mentales. Burro eunuco. Zurdos de mi**da”. Recibe el ataque de Santiago Oría, un cineasta cercano a Milei, en X: “Mandrila O’Monell, ¿vos sos pel****da?”. El presidente, una vez más, lo comparte y agrega otro mensaje: “Tremenda atendida a mandrila”, un insulto con carga sexual e insinuación de humillación que ya es parte de su retórica habitual contra políticos opositores, economistas y comunicadores en referencia a una especie de mono con el trasero de color rojo.
Desde hace meses muchos de los tuits que publica desde su cuenta personal el presidente de Argentina terminan con esta leyenda: “No odiamos lo suficiente a los periodistas”. Analistas e investigadores se preocupan por la escalada de violencia, ¿cuánto más se puede odiar?
“Los ataques sistemáticos del presidente Javier Milei a periodistas, opositores y figuras públicas constituyen un fenómeno preocupante desde el punto de vista democrático e institucional. Más allá del tono personal o del estilo confrontativo, lo que está en juego es la calidad del debate público”, dice a CNN Ricardo Gil Lavedra, abogado constitucionalista y exjuez.
“Cuando quien ostenta el máximo cargo del poder ejecutivo emplea insultos, exabruptos o descalificaciones personales se corre el riesgo de erosionar la libertad de expresión e inhibir el disenso. Además, estas expresiones tienen un efecto amplificado por el poder institucional de quien las emite”, agrega.
“Las víctimas del presidente y de sus milicias digitales somos todos quienes pensemos diferente a él ―dice Julia Mengolini en conversación con CNN―. Y después, obviamente, el formato de ataque contra las mujeres devela una profunda misoginia que no es difícil de advertir”.
Amnistía Internacional documentó insultos públicos por parte del presidente a por lo menos 30 comunicadores en lo que va de su Gobierno. Según explican desde el organismo, la violencia de los ataques a periodistas obedece a la manifestación de una estrategia sistemática de hostigamiento y violencia digital impulsada desde el Gobierno contra críticos, con un ensañamiento diferenciado cuando se trata de periodistas mujeres.
“Cuando se fomenta el desprestigio, se alienta el hostigamiento y se banalizan expresiones cargadas de violencia —muchas veces con un fuerte componente de género— no estamos ante simples exabruptos. Esto puede derivar en consecuencias graves más allá del entorno digital, alimentando un clima de agresión que termina por poner en riesgo la libertad de expresión y la seguridad de quienes informan”, dice a CNN Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
“Nos preocupa profundamente el modo en que se están legitimando discursos de odio desde espacios institucionales. El Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones necesarias para un debate equitativo, lo que implica que el poder no puede utilizar la libertad de expresión como un escudo para propagar discursos que intimiden, silencien o marginen diferentes sectores”, agrega Belski.
Desde Amnistía, aseguran que el componente de género en ataques como los recibidos por Julia Mengolini es claro cuando se apela a la sexualización de su imagen y a su estigmatización como una figura perversa. Según el informe “Muteadas: el impacto de la violencia digital contra las periodistas”, ya en 2023 el 63,5 % de las periodistas mujeres encuestadas había sido víctima de algún tipo de violencia digital en los últimos seis años. De ellas casi la mitad había sufrido acoso sexual o amenazas de violencia sexual.
Patricia Nigro, doctora en Comunicación Social, profesora e investigadora de la Universidad Austral, menciona otro dato: “A partir del corrimiento en la violencia del discurso presidencial y los insultos a periodistas y opositores en el ámbito digital, se ve también una naturalización de la violencia en la calle, en el día a día”.
“Los últimos intercambios públicos del presidente dan la sensación de buscar disciplinar al otro”, agrega en diálogo con CNN.
Si bien el presidente Milei nunca compartió el video generado por inteligencia artificial, llegó a retuitear y dar me gusta a decenas de tuits que se burlaban de la periodista. Días después, lejos de retractarse, justificó la campaña en contra de la conductora de radio en una entrevista en el canal de stream Neura. “Los zurdos de mi**da tipo los Mengolini de la vida (…) después les viene el vuelto y no se la bancan, pero no se dan cuenta que los que primero tiraron la piedra fueron ellos”, dijo.
Dos años atrás, la periodista había declarado en un programa de televisión que Javier Milei estaba “enamorado” de su hermana, ahora secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. Consultada sobre este hecho, la periodista explicó que nunca implicó que tuvieran relaciones sexuales, sino que lo dijo como una forma de enfatizar la cercanía entre ambos.
CNN también consultó sobre los insultos y tuits a periodistas por parte del presidente Milei a sus voceros y todavía no obtuvo respuesta.
En mayo, Milei había denunciado penalmente a tres periodistas. La justicia desestimó dos de las denuncias y la tercera continúa pendiente. En los últimos días sumó al menos cinco nuevas denuncias a profesionales de prensa entre las que incluye a Mengolini.
En uno de los últimos discursos públicos, frente a un grupo de empresarios en el Club Yacht de Puerto Madero, el presidente describió al menos cuatro veces como “parásitos mentales” a aquellos que no opinan como él.
Autores como Michel Nieva, en sus ensayos recopilados en “Tecnología y barbarie”, explican el peligro de identificar al otro como una bacteria o una enfermedad, deshumanizando a la persona que tengo enfrente y poniéndolo en el lugar de amenaza externa que hay que quitar.
“Hay un proceso para terminar en la anulación del otro. Primero es el hostigamiento total y el desprestigio de esa persona, es empezar a hacer memes sobre la persona, es ponerle todo tipo de nombrecitos con insultos, ridiculizarlo, humillarlo. Hay un intento de una anulación total y con las técnicas más crueles”, agrega Mengolini.
Por su parte, Gil Lavedra señala con preocupación: “Cuando el presidente de la nación estigmatiza a periodistas, los señala con nombre y apellido, o los acusa de operar políticamente sin pruebas, se genera un ambiente hostil para la prensa. Esto no solo afecta a quienes son directamente mencionados, sino que también desincentiva a otros a ejercer un periodismo crítico, por temor a las represalias”.
En el mismo sentido concluye Belski desde Amnistía Internacional: “Quienes detentan el poder deben ejercer la libertad de expresión con especial cuidado, dado su rol y la capacidad que tienen de configurar el debate público (para) garantizar una democracia deliberativa robusta”.
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