Análisis de Matthew Chance, CNN
A pesar de los impresionantes éxitos iniciales de Israel en los ataques sin precedentes contra Irán, un fin de semana de intensos bombardeos y represalias está planteando interrogantes sobre la estrategia de salida de Israel: cómo puede poner fin a este conflicto con sus ambiciosos objetivos cumplidos.
Mientras los aviones de guerra israelíes bombardean emplazamientos militares y nucleares iraníes prácticamente sin oposición, decenas de israelíes han muerto y resultado heridos en ataques iraníes de represalia.
Mientras tanto, Estados Unidos —aunque ayuda a Israel a defenderse de los ataques con misiles iraníes— se niega por el momento a participar en el ataque a Irán, lo que obliga a Israel a replantearse lo que pueden conseguir sus operaciones militares.
“El final será diplomático, no militar”, dijo una fuente israelí a CNN, añadiendo que la esperanza israelí es ahora que su acción militar en curso “debilite la mano negociadora de Irán” en cualquier futura conversación nuclear.
Esta misma teoría, según la cual la acción militar israelí presionará a un adversario para que haga concesiones, no ha conseguido obligar a Hamas a ceder en Gaza. Sin embargo, la mera mención de negociaciones con Irán como posible resultado sugiere un cambio de opinión.
Desde el comienzo de los ataques sin precedentes contra Irán la semana pasada, Israel dejó perfectamente claros sus objetivos.
La intención, según explicó un oficial militar israelí a CNN, era eliminar permanentemente las amenazas nucleares y de misiles balísticos “existenciales” de la república islámica.
Y no se fijaría ningún plazo, insistió el oficial, para cumplir ese objetivo militar.
Pero esa ambición, que siempre dependió en gran medida de que Estados Unidos se uniera militarmente a Israel, se ha topado ahora con la realidad de la reticencia estadounidense a verse arrastrado a otra guerra en Medio Oriente.
Fuentes familiarizadas con el asunto dicen a CNN que Israel ha hablado con Estados Unidos sobre la posibilidad de que aumente su nivel de participación.
Pero el presidente Donald Trump sigue siendo reacio, al menos públicamente, a sumergir a Estados Unidos en otra guerra en Medio Oriente y ha seguido distanciándose de la violencia.
Un funcionario estadounidense dijo a CNN que Trump rechazó un plan israelí para matar al líder supremo de Irán, el ayatola Ali Jamenei, y el propio presidente insiste en que, lejos de entrar en el conflicto, está decidido a mediar para ponerle fin.
“Irán e Israel deberían hacer un trato, y harán un trato, igual que conseguí que hicieran India y Pakistán”, publicó Trump en su plataforma Truth Social el domingo, en referencia a su intervención el mes pasado durante un breve enfrentamiento entre los dos vecinos nucleares del sur de Asia por el disputado territorio de Cachemira.
Pero a diferencia tanto de India como de Pakistán, Israel necesita la potencia de fuego de Estados Unidos, no su intervención diplomática.
A pesar del éxito de Israel en matar a científicos nucleares clave, así como en atacar instalaciones de enriquecimiento de uranio, infligir un daño duradero al programa nuclear iraní sigue estando más allá de sus capacidades.
Algunos de los emplazamientos más importantes están enterrados a gran profundidad, como las instalaciones de enriquecimiento de Fordow, en el norte de Irán, construidas en el interior de una montaña.
Sin la participación militar estadounidense, que incluye apoyo logístico y potencia de fuego para destruir búnkeres, las capacidades de Irán podrían sobrevivir incluso a un prolongado bombardeo israelí.
La estrategia israelí también tiene otra falla.
Incluso si todas las instalaciones fueran destruidas, podrían ser reconstruidas eventualmente por un régimen que tenga conocimientos nucleares institucionales. Además, si el régimen iraní sobrevive al ataque actual, es comprensible que piense que la disuasión nuclear, y no un nuevo acuerdo nuclear, es su mejor defensa contra futuros ataques.
Consciente de ello, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha hecho repetidos llamamientos a los ciudadanos iraníes para que “actúen, se levanten” y derroquen a su gobierno.
Pero las campañas de bombardeos intensivos tienen una forma de unir a la gente incluso en torno a los regímenes más impopulares. Las entrevistas realizadas por CNN en Irán sugieren que incluso los iraníes, oprimidos desde hace mucho tiempo, están ahora más furiosos con Israel que con sus propios e impopulares líderes.
Por supuesto, ha transcurrido menos de una semana de la escalada del conflicto y todavía pueden cambiar muchas cosas.
Los iraníes podrían sublevarse, las negociaciones nucleares podrían reanudarse, el presidente Trump podría incluso cambiar de opinión.
Pero no es la primera vez que Israel se ve inmerso en un conflicto sin una estrategia de salida clara.
Su guerra en curso en Gaza, iniciada en 2023 tras los ataques del 7 de octubre, tenía como objetivo destruir a Hamas y conseguir la liberación de todos los rehenes retenidos, pero sigue sin haber un plan claro para lo que vendrá después.
Ahora, los israelíes se enfrentan a otra dura y peligrosa guerra de desgaste, sin plazos ni un final claro.
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Sin una estrategia de salida clara en Irán, Israel se arriesga a otra guerra sin fin News Channel 3-12.
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